METODOLOGÍA E INVESTIGACIÓN SOCIAL

5.22.2005

PROLEGÓMENOS

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Se entiende por conocimiento a posteriori a la aprehensión sensible, esto es, al conocimiento empírico. “Si el conocimiento es una representación colectiva obtenida por consenso, entonces significa que no hay aprehensión sensible del ente en cuanto tal puesto que dicha representación no es más que una “creación” subjetiva, un invento de nuestra mente. No hay aprehensión sensible y nunca la podrá haber porque jamás sabremos si somos afectados por un ente “extramentem”. En consecuencia, el conocimiento a posteriori no es posible”[1].

Para dar inicio a nuestra reflexión compartiremos la definición de aporía que nos entrega Nicola Abbagnano: “Aporía duda racional, es decir, de dificultad inherente a un razonamiento, y no de estado subjetivo de incertidumbre. Es la duda objetiva, la efectiva dificultad de un razonamiento o de la conclusión, a la cual pone fin a un razonamiento”
[2]. Más tarde dubitación.
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El orden de la razón es absoluto, pues contra ella no podemos apelar sino a ella, contra ella no podemos protestar sino con ella, no nos deja, en su propio terreno, sino el recurso a la estratagema y a la estrategia(...). Hay entonces una posibilidad, la artimaña: la estratagema y la estrategia... y fingir obedecer a la regla tiránica, pero al mismo tiempo tenderle trampas proponiéndole casos que no sabe resolver.”
[3].

Delineando, enmarcando o esbozando ya un marco conceptual, un límite o región epistemológica entendemos que las aporías son el eje, o gozne donde se articula el saber, entiéndase Cogitar. Lo que Kant llama «antinomia” o “conflicto de la razón”. Son contradicciones inevitables de la razón que se producen cuando ésta aplica las categorías, no sólo a los objetos de la experiencia, sino al conjunto de todos los objetos, el mundo, y del que no tenemos experiencia.


Aquello nos sitúa en la perspectiva del borde (limes) o de otro modo la objetividad y subjetividad entendida como borde nuevamente, lo que traslada nustra atención a la cuestión largamente discutida durante el siglo XX, en torno a la incompatibilidad de paradigmas.

Puntualmente se destacaba la imposibilidad de utilizar metodologías cuantitativas y cualitativas en una misma investigación.La solución práctica fue desarrollar concepciones como triangulación, en la línea de Fernando Durán.

Sin embargo, en lo profundo de la discusión, deseo abordar el tema: recordando el importante aporte de las ciencias del espíritu, en tanto Arte, filosofía e Historia.

Sin las ciencias del espíritu difícilmente podríamos sugerir la utilización de nociones como: Mundo Externo, Interioridad, Expresión o Símbolo. Vivencia. Entre otras, Genio, lo Creado y, Sujeto.

Aquello era huella de las consecuencias e implicancias que en occidente tuvieron la latinización de conceptos griegos, y con la adopción del lenguaje latino a las nuevas lenguas. Luego, cada uno de los conceptos mencionados será portador de una connotación especial sino de una invitación.

Si Aristóteles propone que lo dado a los sentidos nos da la experiencia del mundo. Por el contrario, las ciencias del espíritu abren horizonte de espectativas, más bien un programa de trabajo, en tanto, nos permite estudiar no solo “lo dado”, sino también “lo No dado” a nuestros sentidos.

En este caso puntual, como veremos: el relato emancipador esta al servicio de la construcción de la realidad, como sigue...

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Se parte del supuesto de que en el seno de la cultura clásica todos las personas poseen una firme homogeneidad y la misma admiración por las reglas, los modelos, las imágenes, entre otras estableciendo códigos comunes que permiten asociar el sentido de las palabras, a los eventos, y ante todo asegurar que transmita esta cultura, que es la función del contenido de la comunicación[5]. De éste modo “el campo cultural”[6] se transforma por reestructuraciones sucesivas más que por revoluciones radicales.

Así, los signos lingüísticos son la comunicación, representación, y simbolización. Focalizando su atención en la noción de representación, recogiendo la tradición filosófica de Platón y Aristóteles basada en la representación, principio del discurso. En consecuencia, la conducta esta asociada a determinados tipos de discursos; y el lenguaje no designa una realidad preexistente a él. En este sentido, las lenguas no constituyen un mecanismo de representación de la realidad sino que la organiza.

Todo aquello que esta en el lenguaje está en nuestro mundo; ello nos proporciona un registro lingüístico ante el cual podemos establecer ciertos controles. Ahora, los discursos que circulan no refieren una verdad cartesiana, sino verdades culturales sustentados argumentativamente en términos de verosimilidad.

Así, toda lengua fija una estructura argumentativa que nos proporciona una pauta para la proyección de diversos discursos a través de la estructura social llegando a afectar el sistema de actitudes, luego conductas, en una profundidad psicológica que involucra necesariamente a nuestros valores. Los discursos son siempre valores. En este contexto, el científico “guarda vínculos de familiaridad” con su cultura.

Episteme es el saber del código fundamental de toda cultura: se ubica- en el método arqueológico- en las certezas y no en la opinión (Doxa); los códigos irrumpen y desaparecen en forma continua- y discontinua- entre códigos- la continuidad perdura, la discontinuidad es radical; y, los códigos cubren una gama muy amplia de saberes de una época, muchas de ellas no científicas. En el método arqueológico se señala que el código de la cultura sólo nos es accesible a través del estudio del lenguaje y de los discursos.

El método hermenéutico (exégesis) es el rescate del sentido oculto, reconstrucción del lenguaje descifrable que oculta, el poder decir otra cosa de lo que se dice- en la palabra, que tiene una pluralidad de sentidos. Interpretandonos a nosotros mismos, cuando la interpretación es siempre algo inacabado.

El método genealógico es el juego de fuerzas presentes en la emergencia de un fenómeno, la arqueología problematiza “los discursos en los cuales se articula el saber”.
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La Hermenéutica supone “una subjetividad fundadora” que es el origen primero, interioridad oculta trás la exterioridad manifiesta. La exégesis descansa sobre el supuesto de un gran texto oculto el cual su interprete rescataría su sentido oculto. “cada discurso ocultaba el poder de decir otra cosa de lo que decía y de envolver así una pluralidad de sentidos”
[7].

La Epistemología es “el análisis de los fundamentos de la validez de los conocimientos”
[8].

Episteme es un marco de principios subyacentes que determinan el saber de una época; es el código de los principios del saber de una cultura. Son las certidumbres en que nos apoyamos aún si no las pensamos temáticamente, es el fondo no-pensado del pensamiento que pensamos, hablamos y experimentamos las cosas.

Episteme es el saber del código fundamental de una cultura: se ubica- en el método arqueológico- en las certezas y no en la opinión (Doxa); los códigos irrumpen y desaparecen en forma continua- y discontinua- entre códigos- la continuidad perdura, la discontinuidad es radical; y, los códigos cubren una gama muy amplia de saberes de una época, muchas de ellas no científicas.

El método arqueológico, utilizado por Foucault, señala que el código de la cultura sólo nos es accesible a través del estudio del lenguaje y de los discursos. Se trata de un método discursivo. Es el discurso el que conforma los objetos de las ciencias. Y la experiencia de orden es una experiencia en que las cosas son puestas en la claridad de la palabra.

El lenguaje, el discurso, el código es la rejilla en la cual pensamos las cosas y fuera de las cuales no nos son accesibles. Esto quiere decir que la episteme misma no es posible sino como una experiencia del lenguaje y en el orden de las cosas en el que dice ser.

Nuestro saber se articula en el discurso, nuestras ciencias son un discurso, lenguaje bien hecho. Por ejemplo, el darwinismo debe ser pensado como un discurso político con cobertura científica.

Si aceptamos aquello como una aceptable “pretensión de verdad” es porque nos oponemos a la noción de ciencia entregada por Bunge para quien ésta es un cuerpo creciente de ideas que puede caracterizarse como conocimiento racional, exacto y verificable, por consiguiente factible. Propone una metodología incorpora el Procedimiento de investigación de modo: ordenado, repetible, y autocorregible que garantiza la obtención de resultados válidos.

Para Piaget, ciencia es sobretodo aprender las reglas generales de toda experiencia científica. Merton reafirma la diferenciación entre metodología como lógica del procedimiento científico y teoría sociológica. Parsons, agrega que la metodología es el campo fronterizo entre la ciencia, la lógica y la epistemología.

Por el contrario, Feyerabend y Phillips cuestionan los supuestos del método y suponen una metodología oportunista que incorpore una teoría del error frente a la infalibilidad del método. Brigman, también niega la existencia del método científico, pues afirma que la ciencia es lo que hacen los científicos y hay tantos métodos científicos como hombres de ciencia. Beltrán, plantea alternativas abogando por una integración de paradigmas que asimile el naturalismo, culturalismo, y la micro y macro sociología. Finalmente, podemos señalar que la metodología es el estudio lógico y sistemático de los principios que guían la investigación social.

Notas
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[1] Usado también como sinónimos los términos antinomia y paradoja. Lo contrario a la aporía es la euporía, en griego, camino de tránsito fácil. Las primeras aporías, o paradojas según Aristóteles, aparecen con Zenón de Elea y luego con los sofistas. Zenón pretende defender a Parménides y demostrar que el movimiento es impensable. Una de las aporías famosas es la de “Aquiles y la tortuga”. Sócrates también acudió en sus diálogos a la aporía para confundir al adversario y llevarle mediante la interrogación a la auténtica definición de los conceptos (“ironía” y “mayeútica”).
[2] Abbagnano, N., “Diccionario de Filosofía”, Ed. Fondo de cultura económico, México, p. 91.
[3] Descombes, V., “Lo mismo y lo otro”, Ed. Cátedra, Colección Teorema, Madrid, 1998, pp. 180-183.
[4] Abbagnano, N., Ibid, p.885
[5]También llamada “espíritu de época” o “visión unitaria del mundo”.
[6]De acuerdo al autor, cultura no es solamente un código ni un repertorio común de respuestas es un conjunto compartido de esquemas fundamentales, a partir de los cuales se articulan una serie de esquemas particulares.
[7] Foucault, M., “Arqueología del saber”, 2ª ed., México, XVI, 1972, p. 201.
[8]Giner, S., Lamo de Espinosa, E., Torres, C., “Diccionario de Sociología”, Ed. Alianza, 1998, p. 247.

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